Ni la democracia despierta simpatías, ni la UE europea produce ilusión. Si preguntas a una persona cualquiera por la democracia, espontáneamente empezará a lanzar diatribas contra los políticos y si se te ocurre mencionar a la UE, aparecerán de repente los burócratas de Bruselas con sus elevados sueldos o el cementerio de elefantes, como se le califica al Parlamento Europeo. No, no se le ocurrirá pensar en los grandes políticos o en las personalidades relacionadas con la integración europea, como Adenauer, Robert Schuman, Willy Brandt o Delors, por citar solo a unos pocos. Tampoco se le vienen a la mente las décadas de paz y de prosperidad que ha vivido o está viviendo Europa. Pues no, ni los políticos son la democracia ni los burócratas de Bruselas son la Unión Europea. Nos han metido en la cabeza tal mezcolanza de ideas - "a río revuelta ganancia de pescadores"-, que ya no somos capaces de distinguir entre el pez y el pescador,
Y ¿quiénes son los pescadores en la política? Pues los que viven de ella. Y los ciudadanos somos los peces que caemos en la trampa. A veces estamos tentados a pensar que los pescadores de la política prefieren que las cosas vayan mal, que la sanidad o la educación no funcionen, que haya paro y -sueldos de hambre-. Y todo esto para que los pescadores puedan proclamarse los salvadores que vienen a solucionar nuestros problemas, y así tengamos que rendirles pleitesía y agradecimiento. Primero nos cosen a todos de impuestos, ya seamos trabajadores o pensionistas, para luego, con nuestro propio dinero, presentarse como los grandes benefactores, y así tenernos atados.
Pues los burócratas de Bruselas no son ni mejores ni peores que los políticos nacionales que nos gobiernan, ya se llamen de derechas o de izquierdas, porque se tratan de las mismas personas. La calidad de los políticos nacionales afecta a la calidad de la política de la Unión. No es Bruselas la que manda sus emisarios a Madrid o a París. Es Madrid o París quien envía sus emisarios a Bruselas. Son los gobiernos nacionales los responsables de lo que se decide en Bruselas
¡Cuidado cuando hablemos mal de Bruselas!, pues a esos que nosotros llamamos burócratas o los hemos elegido nosotros o los han enviados allí unas personas elegidas por nosotros. Los ciudadanos vivimos en unas aguas revueltas cautivos de la trampa que nos han tendido.
No pretendamos tener una UE ilusionante con unos políticos nacionales decepcionantes. La Europa que están creando no es una Europa nuestra, de los ciudadanos. Es la Europa de los políticos y de los gobiernos. Por eso, no puede ilusionarnos. Esta no es la Europa que nos prometieron quienes la crearon.