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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Enfermería del acueducto


En el año 2010 empezaba mi andadura universitaria en una escuela de enfermería fuera de mi tierra natal, Segovia. Ya en aquel entonces se ofrecían los estudios de Florence Nightingale (considerada en las universidades como una madre de la enfermería) en mi provincia a través de la Universidad de Valladolid. Sin embargo y en contra de la información, hubo quien destapó la mentira contada mil veces, evitando que se convirtiera en verdad.

La realidad es que, a pesar de anunciar a bombo y platillo que el Grado en Enfermería sería una realidad en 2010 cerca del acueducto, solo era una nueva burbuja política para lavar la cara del desastre de gestión en Castilla y León. Una burbuja que tratarían de hinchar cada año hasta llegar 2013, donde sí, se ha logrado. Y con ello parecen olvidarse tantas promesas vacías que se hicieron como institutos, centros de salud, un segundo hospital, ... Un sinfín de proyectos que llevan más de 30 años en boca de los políticos de turno.

Así pues, la prensa local remarcaba hace un año que Segovia volvería a ser la única provincia de España sin escuela de enfermería. Básicamente se debía a que parecía que 2022 iba a culminar con 12 años de mentiras. La realidad es que todo ha sido nuevamente estrategia política de quien fue delegado de la Junta de Castilla y León entonces y actual alcalde de la ciudad. Una forma de borrar las malas noticias generadas y mejorar su posición laboral y económica jugando con el sueño universitario de los estudiantes.

Pero ahora sí, en septiembre de 2023, se ha puesto en marcha la escuela. Tarde, como siempre, pero ya ha llegado. ¿Por qué tarde? Porque la escasez de enfermeras se ha acusado años atrás al no prever la reposición de las jubilaciones, aumentadas tras la pandemia y las carencias existentes en los servicios sanitarios de los que dispone Segovia. Hasta hace unos meses faltaban enfermeras por todo el territorio nacional, algo que continúa notándose en el sector privado sin que se garanticen unas condiciones laborales y salarios dignos para quienes trabajan allí.

¿Faltan enfermeras? La realidad es que sí y parejamente no. Tal y como escribí en abril de este año en 2 artículos (¿Faltan sanitarios? Parte 1 y parte 2) no es que se exactamente una falta como tal sino una mala gestión del mismo. Cada año titulan más enfermeras de las que se jubilan, pero no todas las tituladas deciden trabajar en esta profesión. Esto se debe a un desencuentro personal con el sistema sanitario público y privado que no solo no da estabilidad laboral, sino que tampoco garantiza que el cuidado de los pacientes sea el que deben tener. A esto se le añaden múltiples cuestiones como la formación que se recibe, la falta de competencias laborales que sí se han adquirido a nivel formativo y la necesidad de mejorar la profesión.

Pero el sistema sanitario medicocéntrico que tenemos en España trata de eclipsar a las que probablemente son las enfermeras mejor cualificadas del planeta. Enfermeras que quieren contratar en cualquier país con mejoras laborales en todos los sentidos, sin fijarnos en la remuneración que es lo más fácil de comparar, pero también lo más populista. Y no es que el personal médico que trabaja día a día sea quien haga esta barrera de progreso profesional, son sus altos cargos y representantes. Porque contrariamente a lo que se cree, la relación laboral suele ser buena y cada vez mejor.

Entonces, llegando a este punto, ¿es bueno o malo que se sigan abriendo escuelas de enfermería? Como todo en esta vida, son tonos de un mismo color. Es bueno en cuanto a poder reponer y ampliar las plantillas de enfermeras, mejorando sustancialmente la evolución y seguimiento de los pacientes en todo el Sistema Nacional de Salud (público y privado). Tan bueno como aumentar cualquier otra profesión sanitaria que se encuentre carente como fisioterapeutas o técnicos.

Pero se debe valorar si volveremos a vivir el desprecio que soportamos entre 2012 y 2017, cuando trabajábamos días a lo largo de un año. Y con días me refiero a no llegar al mes trabajado y tener que buscar otras salidas profesionales sin relación. Si formar más enfermeras solo va a servir para engordar las listas de parados con un título universitario para que alguien se cuelgue la medalla, entonces es evidente que no es necesario tener más graduadas en enfermería. No es útil tener enfermeras frustradas por no poder sobrevivir con sus estudios. Si la inversión en el sistema sanitario va a ir acorde, entonces, sí, #FaltanMiles como decía el sindicato SATSE.

La responsabilidad política no es únicamente formar profesionales universitarios para nada como ya hemos visto en otras carreras. Debe incluir un trabajo digno, un empleo de calidad y, especialmente, un desarrollo de la profesión que repercuta en el paciente, que es el centro del sistema sanitario.

Bienvenidas a la enfermería del acueducto.