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Con zuecos y pijama

Por Marcos Pastor Galán

Protocolos de la muerte


El 13 de mayo de 2020, la cuenta de Twitter de Isabel Díaz Ayuso posteaba: "Carlos Mur ha hecho un gran trabajo en las residencias de mayores, y es una de las personas que más ha contribuido para frenar la crisis en ellas". Este mensaje sigue vigente aún hoy, no se ha borrado a pesar de que unos meses después del mismo, el Partido Popular acusó de forma masiva a Pablo Iglesias de ser responsable de la gestión de las residencias. Una acusación basada en nada, ya que en ningún momento, en ningún sitio y de ninguna forma, nadie dijo que el Gobierno retomase la gestión sociosanitaria estatal después de tantos años.

Pero antes y después de la acusación falsa, la propia Ayuso reconoció en varias ocasiones la gestión autonómica de las residencias y la sanidad de Madrid. Primero, el 11 de junio de 2020 en las cortes, adulando su propio trabajo sobre las 501 residencias públicas, privadas y concertadas. La última vez que cometió el error de hablar del tema, había sido en 2021 cuando dijo en directo en televisión "yo he tenido que gestionar la sanidad, hemos tenido que gestionar las residencias, ...". Al tratar de cuestionarle sus acusaciones a Iglesias, Ayuso trató de salir del apuro, pero ya estaba dicho y, por ende, iba a ser mejor dejar de lado la insistente falsedad sobre el entonces vicepresidente del Gobierno.

Ha pasado el tiempo, exactamente cuatro años del inicio de la pandemia. Ahora mismo estamos en plena campaña política por los próximos comicios en Galicia, así que es habitual ver preguntas incómodas a cada representante que trata de sacar pecho ante la prensa. Sin embargo, a Ayuso le ha fallado el subconsciente una vez más, fruto de una nueva falta de preparación o, como muchos afirman, de un pinganillo que le dicte las respuestas. Así que ha protagonizado una escena que solo ha pasado desapercibida para quien tenga predisposición a ignorar las torpezas de sus representantes políticos. La declaración ha resultado tan chocante, que hasta los medios de prensa conservadores se han hecho eco de la noticia.

Ayuso inició su terrible declaración diciendo: "Mi gobierno tuvo que tomar el mando de esta situación solo..." y también "tuvo que entrar en las residencias a ver lo que había ocurrido". Continuó con frases como: "Había muertos en todas partes". "Que mucha gente mayor cuando iba a los hospitales también fallecía porque cuando una persona mayor está enferma, con la carga viral que había entonces, no se salvaba en ningún sitio". Estas frases implican una justificación aproximada a que no merecía la pena tratarles dado que iban a fallecer igual. Sin embargo, cualquier sanitario conoce el principal mandamiento de la humanización: "Si puedes curar, cura. Si no puedes curar, alivia. Si no puedes aliviar, consuela. Y si no puedes consolar, acompaña".

Estos días, el periodista José Antonio Piñero (@radioactivo_es en redes) razonaba en su podcast los errores de la presidenta madrileña sobre los 7291 fallecidos. Piñero, comentaba que estas declaraciones eran contrarias a la estrategia seguida por el PP estos años, acusando a Pablo Iglesias y recordando la acusación directa que hizo Javier Maroto. También que con su mensaje, Ayuso estaba reconociendo que la decisión de dejar morir a los ancianos en las residencias fue una orden directa de su gobierno, no una orden médica.  También reflexionaba "el tiempo y el sentido común están asentando la idea de que no fue la mejor decisión, aunque entonces fuera la menos mala".

El Gran Wyoming, como es habitual en él, respondía más irónico a la presidenta de Madrid con: "... no es internista, ni neumóloga, ni especialista en cuidados paliativos. Probablemente sus conocimientos de medicina se limiten a haberse visto todas las temporadas de Médico de familia". También y aportando una visión más profunda, que "no todo el mundo muere igual, no es lo mismo morir con cuidados paliativos que solo, asustado y con dolores".

Ciertamente y como reflejé en mi primer libro 'Un día más, un día menos. Crónica de una pandemia en Segovia', en aquellos días tuvimos que ejercer medicina de guerra, algo para lo que no estábamos preparados. Y efectivamente, en cada provincia y centro se hizo todo lo que se pudo para garantizar la humanización del paciente con los medios que disponíamos. ¿Qué significa? Que los centros sociosanitarios que pudieron enclausurarse sin casos, prohibieron las visitas y continuaron con la rutina normal. Pero en la mayoría de sitios, tuvimos que enfrentarnos a todo tipo de situaciones y decisiones altamente difíciles.

Y sí, es cierto que la disponibilidad de camas hospitalarias era muy limitada. Pero también es cierto que casi todos los hospitales de Madrid tienen unidades cerradas e, incluso, desmanteladas. Y con todo, prefirieron inyectar dinero en un hospital de pandemias inservible en vez de en dotar a los centros existente de los medios necesarios. Medios que podrían haber salvado la vida a unos cuantos, pero si no hubiera opción a ello, habrían podido mejorar la calidad de las horas restantes y así aliviar, consolar y acompañar a los pacientes.

No puedo estar más de acuerdo con Piñero y Wyoming. En cada entrevista y en mis libros cité el famoso salón de actos y el gimnasio de rehabilitación, los lugares de los casos imposibles. Nos bajaban pacientes que no respondían al tratamiento y habían empeorado. Allí continuábamos el tratamiento, pero también teníamos todo lo necesario para que los últimos días fueran lo menos traumáticos posibles. Llamadas telefónicas y videollamadas con la familia, medicación para aliviar el dolor y la agonía y, por supuesto, nuestro cariño y nuestras manos para agarrar las suyas mientras se apagaban.

La señora Isabel Díaz Ayuso ha reconocido fríamente el abandono absoluto de los usuarios de residencias porque, total, iban a morir igual. Posiblemente no habrían cabido en los hospitales ni siquiera abriendo las dependencias que mantuvo cerradas. Pero eso no resta que podría dotarse de medios humanos y materiales a las residencias para paliar el sufrimiento. Afortunadamente, la presidenta nunca padecerá la soledad y el dolor de los residentes, el personal sanitario le tratará de la forma correcta, esa que les privó a los 7291 ancianos.