Desde los tiempos en que las enfermeras llevaban cofia hasta la actualidad, la enfermería ha tenido un recorrido enorme en relativamente poco tiempo en España. Tal como relata la web enfermeroblastos, en un principio existían unas enfermeras que se formaban en los hospitales, los practicantes que acudían a escuelas de medicina y las parteras, quienes como indica su nombre, se formaban en áreas de maternidad. La profesión estaba disgregada en 3 áreas y separadas por sexos, sin mucho conocimiento de que sucedería después.
Como todo lo histórico y mundial, cada país habrá tenido su historia y realmente resulta difícil estandarizarla sin entrar en sesgos ni orgullos. De hecho, a día de hoy no hay acuerdo en la formación y competencias que debe tener una enfermera según cada país. Desde lugares muy avanzados como Estados Unidos, pasando por la formación de algunos países de Hispanoamérica con 5 o 6 años universitarios, hasta algunos países europeos que se han quedado en algo parecido a las antiguas ATS españolas.
Lo cierto es que hace poco más de 100 años empezó a cambiar radicalmente hacia una profesión cada vez más basada en actualizar conocimientos, mejorar la seguridad del paciente, adquirir competencias y optimizar recursos. Al menos en la teoría. En el año 1952 se creó oficialmente la titulación ATS como estudios reglados, aunque la profesión no difería de lo que se hacía hasta entonces a nivel de competencias. Pero, al menos, suponía un avance a nivel formativo ya que se unificaban los 3 perfiles existentes (enfermera, practicante y comadrona) en unos estudios únicos.
Junto a este nuevo plan, comenzaron a tratarse las especialidades de enfermería. Y esto sí sería un cambio importante, al menos sobre el papel. Las comadronas, actualmente conocidas como matronas mantenían su hueco con el aval de la titulación ATS. Pero, además, se disponía de fisioterapia y podología como innovación y salida profesional.
Tras 25 años, en el 77 se elevó la titulación a la universidad con una diplomatura a la que todos llamaban DUE, como acrónimo de Diplomado Universitario en Enfermería. Sin embargo, este término nunca fue oficial a pesar de salir en numerosos documentos de las administraciones. Nadie llama a un maestro DUM, o a los ingenieros técnicos DUIT. Pero aún sigue quien se empecina en usar el ridículo acrónimo , con lo fácil que es decir 'Enfermera'.
En los años 80 fisioterapia y podología se encaminaron por separado, creándose sus propias titulaciones. Y como en toda escisión, hay quien estuvo de acuerdo y quien no. Lo evidente es que, ahora, se observa que el avance de enfermería ha sido amplio pero insuficiente. Las otras dos profesiones han evolucionado, tanto en su formación como en el desempeño de su trabajo, muy por delante de enfermería.
Su preparación les ha permitido ser un éxito total y gozar de la confianza de sus pacientes, al menos en el ámbito privado, que es donde ejercen principalmente. Porque en el sistema público ya se sabe que si no hay galones de otra categoría, todos somos incompetentes y no debemos ni opinar.
Hasta 2005 las enfermeras no volvieron a ver una mejora mínimamente operativa, al menos sobre el papel. Aunque ya existían puestos de trabajo específicos, formación, ampliación de conocimientos y un desarrollo de su trabajo, no se planteaba que pudieran ostentar mayores competencias. En ese año se crearon oficialmente las especialidades de enfermería, mal diseñadas, insuficientes y de forma que nadie se pudiera ofender. La semana que viene, continuaré la historia con mi valoración personal sobre la vida actual de la enfermera.