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Cataplines por cerebro


Llevamos una temporada que, cualquiera diría que el partido socialista y el gobierno, recientemente constituido, no dan pie con bola. Si, ya sé que no es así, que lo que ocurre es que van a la suya sin importarles las consecuencias de sus actos, todos encaminados a afianzarse en el poder a costa de lo que sea.

La compra descarada de los siete votos de Junts, el revolcón de los tribunales a los nombramientos déspotas, el desprecio a la oposición, la temeridad de estar a punto de romper relaciones con Israel, el percance con el gobierno italiano, el tira y afloja con el francés, los nombramientos de ministros que no obedecen más que a su incondicionalidad con el partido, etc. etc.

Hacen cosas a sabiendas de que tienen a media España en contra y que, de la otra media, por lo menos la mitad, traga, pero no está conforme. Les da igual, hasta parece que les importa poco que lleguemos a convertirnos en los apestados de Europa, para ellos es mejor mantener buenas relaciones con Rusia, Cuba y las repúblicas sudamericanas, que no se distinguen precisamente por su carácter democrático y el respeto a los derechos humanos.

Puede que la negociación y las concesiones a un forajido, sea lo más grave, ya veremos su coste y como acaba, que será mucho y mal. Pero el nombramiento de ministros, dejando aparte los que no tienen más sentido y utilidad que colocar clientes, sin obedecer a la lógica de que sean buenos administradores, tiene muy malas consecuencias para el buen funcionamiento del país.

Lo razonable es nombrar como ministro de justicia a alguien de la judicatura o, al menos, conocedor del derecho, y a un ministro de transportes que sepa de carreteras, vías y aeropuertos y no a un vendedor de escobas. En un mundo donde todo tiende a la especialización, sería más que conveniente que la administración de un estado se hiciera por especialistas, alguien me dirá que para eso tienen asesores, que, por cierto, no pocos, pero mucho me temo que también se eligen con el mismo criterio, o para colocar amigos, con lo cual puede llover sobre mojado. Porque vamos a ver, si a ti te salen sabañones en los dedos de los pies, lo lógico es que visites a un dermatólogo y no a un neurólogo, aunque vete tú a saber, porque si piensas con los pies, igual tampoco estaría de más que te visitara un especialista de cerebros, digo yo.

Y cosas más raras se han visto, ya lo dijo D. Miguel, el de Unamuno, que en este país hay mucha gente que tiene el cerebro en los cataplines, o cataplines por cerebro, tanto da, así que, en tal caso, si te duele la cabeza puedes necesitar a un urólogo y en el caso de que se te hinchen los genitales a un neurólogo y créanme, con el lio que tenemos montado, ya no sabe uno a qué atenerse.

Con tanto cerebro cojonudo, es imposible que nos vaya bien.