Todos lo hemos pensado estos días. Después de semanas y semanas de encierro, de que se nos privara de una libertad en pos de la responsabilidad sanitaria y social, cada ente humano vamos a valorar mucho más las pequeñas cosas. Es una de las consecuencias positivas que nos va a dejar esta crisis del coronavirus. Y ya que nos va a dejar mil vasos medio vacíos por cada uno medio lleno, es mejor que sepamos valorar estos pocos que tengamos.
Vamos a hacer un breve ejercicio. Párese un segundo y piense. De verdad, hágalo. Deje de leer este post y diga en voz alta (dígalo, no es broma) las cosas que ha echado de menos este tiempo. Hasta las más banales, aunque le parezcan estúpidas. Le facilito la labor con una pausa en el texto.
¿Ya? ¿Seguro? Bien. Esos son sus girasoles. Esos que te hacen dormir tranquilo y tener tanta calma dentro. Por decirlo de alguna manera, son sus pequeños desahogos, sus vías de escape en el día a día de los que se la ha privado durante este Estado de Alarma prolongado. Los míos son sencillos, no le voy a engañar. Poder disfrutar de mis amigos, de unas cañas en una terraza, de poder ir a conciertos y festivales, de jugar al fútbol y de reír, de reír mucho.
Esa es otra de las cuestiones de las que se nos ha privado durante todo este tiempo, por pura necesidad. Hemos reído menos, porque hemos disfrutado menos. Se trata de una pequeña pero lógica reflexión. Pero si usted quiere este pensamiento puede ser un paso pequeñito para atrás antes de un gran impulso.
Las pequeñas cosas, los pequeños detalles, son los que nos dan vida. Mejor si la mayoría de estos son buenos. Han sido y, no nos equivoquemos pensando que ya está hecho, están siendo días muy duros en los que prácticamente la totalidad de las noticias que hemos leído suponen perjuicio, privación, proyectos fallidos, tristeza y muerte. Pero nos levantaremos. Siempre lo hacemos. Sonreiremos. Porque vaya si vivimos.
P.D. Videoclip de Rozalén - 'Girasoles'