"¡Pero qué hace este tío cantando una de Venturi"- espetó un colega en medio del concierto de C.Tangana en el último Sonorama. Como la intención de este blog no es la de ser un espacio objetivo de juicio, no tengo por qué esconder que hay canciones a las que me he acercado más por quienes las versionan que por los artistas originales. Tampoco pretendo esconder que esto ya dice bastante de cómo accedo a la música. A mi amigo le pasó con 'Tranquilísimo', el tema de 'El Madrileño versionado' (y mejorado) por Venturi, y a mí me pasó en su día al ritmo de 'Con Altura', el tema de Rosalía interpretado por Ginebras.
El grupo madrileño, integrado por Dani, Jonás, Lucas y, más recientemente, Carlos son nosotros con talento. Con un virtuosismo musical innegable que se destapa en cada concierto y en cada escucha de 'Mi estúpida opinión' y 'No puede ser peor', sus dos álbumes hasta el momento. El título del primero, además de haber podido dar nombre de manera acertada a este blog en Tribuna Valladolid, fue el despegue nacional para el grupo.
Me imagino que el ladillo anterior se haya convertido ya en un cliché para infinitud de artistas y bandas en todo el globo, pero en Venturi es cierto y no es excusa. Un grupo que pisa la Plaza del Trigo en el año anterior a que no se pudiera ni celebrar el festival, creo que posee razones más que evidentes para maldecir más que nadie el coronavirus. De hecho, los adelantos a su segundo disco se lanzaron en 2020 y el álbum vio la luz en 2021.
Sin embargo, han seguido adelante y durante este último año están realizando una gira con un gran número de fechas, de las que ya han consumido nueve citas. Esta supervivencia, fruto de que el público y los que mandan en colocar a los grupos por España los valoran notablemente, es buen reflejo de una valía que, de no hallarse, se hubiera llevado a los Venturi por el sumidero de grupos emergentes prepandémicos.
¿Y qué tienen? Los ritmos de Venturi enganchan. Son canciones de fácil memorización y recuerdo con melodías no estridentes, claras, y con protagonismo de la guitarra. Tan protagonista es que se rota las manos de Lucas y Jonás, que se turnan esta y la batería en un ejercicio que de por sí ya ofrece buena cuenta del talento que, como hemos dicho, les diferencia de ti y de mí.
¿Y en qué sí se parecen a nosotros? El carácter desenfadado y cercano que transmiten con los pies en el suelo (antes y después del escenario), se puede comprobar en sus letras. Se agradece que, si el rock es rock, sus letras estén armónicamente compuestas y que me cuenten cosas que pueda sentir sin recurrir a ensoñaciones (algo que parece haber entendido por fin Santi Balmes amén de su postrera colaboración con Veintiuno). ¿Cuántos no hemos pensado alguna vez que podríamos cruzar un desierto siguiendo simplemente el olor de aquella persona a la que amamos? Si no se aguantan las ganas de algo, Venturi lo dice de varias formas, pero lo dicen y punto. Si salen hoy, lo hacen con un buen plan y, además, por el centro (Vámonos al centro es una canción que no debería faltar en ninguna previa, bebiendo o maquillándote). Si no hay una cosa más bonita en el cielo que ella, lo dicen.
Así podríamos seguir hasta su último tema, Naces, creces, enloqueces, que es básicamente lo que hace el 90% de las relaciones humanas. Con esta visión que predestina todo al fracaso, se entiende que el título de su segundo álbum sea No puede ser peor. Me identifico con Venturi porque te venden la derrota como una zona de confort; hacerlo todo mal como costumbre y colchón de algo que sabemos que siempre ha sido y será así. Sin embargo, incluso viviendo cómodos en la zona del perdedor, sabemos que esto no es cierto. Ellos también saben que podría ser mucho peor y que lo que hacen, lo hacen muy bien. Venturi nació, creció y merece enloquecer masas. ¿Quieres pasarlo bien? Escúchalos, ve a sus bolos y estoy seguro de que repites varias veces.