Que alguien sea independiente no significa que sea solitario y pasando sus días hablando con la luna, tan solo que sabe del valor de contar con uno mismo para salir adelante, pero si lo que desea es sentirse pleno entonces necesitará a otras personas en su vida. Tan pronto creamos que estando solos lo conseguiremos todo, así de rápido asentaremos las bases de un desastre individual y colectivo.
En el mundo actual demasiadas personas alegan vivir de forma constructiva ellos solos, pero sucede en realidad que estar así es lo último que quieren. Sus vidas pueden parecer rebeldes y tranquilas, con decisión para actuar o para quedarse al margen. Todo dependiendo de qué les apetezca en cada momento, pero sus circunstancias en unos momentos específicos del día no reflejan toda su vida, es más, aunque quisiera, uno nunca puede mantenerse al margen de otras personas por demasiado tiempo. Necesitamos a otros para vivir, reir, crear y disfrutar y cuando no los tenemos la independencia se torna en soledad, algo para lo que el ser humano no está psicológicamente preparado para aguantar durante mucho tiempo.
Por lo general, los trastornos psíquicos se dan a menudo por un conflicto entre el yo oculto y el yo impuesto por la presión social. El yo oculto tiende a reprimirse a sí mismo opr miedo a ser quien es o por debilidad. El yo impuesto pasaría casi la magnitud de su vida sin saber quién es en realidad, movido por una culturización que le enseña qué pensar, cómo hacer y aceptando en todo caso las reglas del juego vigentes. Yo añadiría un tercer yo, el que pretende llevar un camino propio pero que desconoce los límites de separación de la presión social y se radicaliza en su aislamiento. Si bien encontramos pocas personas dispuestas a darle al mundo algo diferente, los hay que se separan tanto de la sociedad que acaban con sus oportunidades al rechazar todo lo que llegue del exterior. ¿Cómo vamos a darle algo bueno al mundo si lo que hacemos es alejarnos de él? El camino correcto que lleva a la plenitud y la satisfacción pasa por saber a qué hay que acercarse y de qué hay que alejarse.
Entre el mundo y yo
No existe mayor desprecio por la sociedad y por uno mismo que tener un talento por el que destacar y permitir reprimirlo, ocultarlo o malgastarlo. Si en todo caso nosotros damos gracias a quienes sí se atreven a sacar sus talentos a la palestra, no podremos esperar un menor aprecio de los demás al hacerlo nosotros también. ¿Cómo nos hacemos fuertes cuando la sociedad parece despreciar al que sobrepasa los límites de lo que resulta aceptable? Mirando con lupa para descubrir que su gran mayoría no desprecia sino que grita desde adentro que alguien abra el camino que supere los muros de contención. Esta clase de personas es a las que llamamos líderes y un líder conoce el enorme propulsor que supone rodearse de personas como él para llegar a la cima.
"Es difícil encontrar la felicidad en uno mismo, pero es imposible encontrarla en cualquier otro lugar". Arthur Schopenhauer.
Únicamente encontrando y amando lo que somos amaremos y encontraremos en los demás lo que los diferencia del resto de personas que decidieron transitar por un único camino. Resulta imposible no sentirse atraídos por la idea de conocer a personas dispuestas a innovarse a sí mismas y ayudar a otros a hacer lo mismo.
Decirse cosas sin fundamento a veces funciona, cosas como que si incorporamos a otros en nuestros planes pueden sabotearnos o hacernos perder un tiempo de vida preciado. Esto le sucede a quienes no conocen a las personas con las que conviven y a las que les abren las puertas de su mente y corazón. Si conocemos bien a quienes vamos a abrir nuestro círculo de amistad, laboral o sentimental, ¿de qué debreríamos tener miedo? Lo que ocurre es que cuando nos decimos estas cosas sin fundamento y apenas reflexión lo que hacemos es estar creyendo en ellas. Más pronto que tarde toda amistad se convierte en sospecha, todo consejp es rechazado y el aislamiento se hace mayor con el fin de proteger nuestra integridad. Olvidamos lo que ya hemos dicho muchas veces, somos animales sociales y si queremos progresar no debemos rechazar por miedo, egoñismo o desconfianza, debemos acercarnos y dejar acercar todo lo que traiga algo bueno para nuestros días.
La pregunta al por qué acercarse a otros trae mejores resultados, en cualquier ámbito, tiene dos clases de respuestas. En el nivel cognitivo porque al derribar barreras de creencias que a menudo adoptamos sin haberlas pasado por el filtro de la credibilidad, como que más vale solo que mal acompañado o que en boca cerrada no entran moscas, descubrimos que puede haber personas a las que sí es mejor mantenerlas lejos pero que existen otras dispuestas a ayudarnos a mejorar lo que nos mantiene liberados de falsos juicios, menos estresados y más predispuestos a compartir y disfrutar de nosotros mismos y de la sociedad.
En un nivel social, el permiso a que otros formen parte de nuestros planes no es un riesgo, es un poder. El yo que elige a sus socios en las empresas, a su pareja y familia y a sus amigos sabe que la confianza es el valor que da sentido a muchas de sus acciones en la vida y que sin confianza y sin su "círculo de confianza" muchos de sus sueños no serían posibles.
Como soy un clásico en lo que a música se refiere, mientras escribo este post me he puesto a escuchar algunos grupos que al menos para mí nunca pasarán de moda, como "No doubt" o "Green day", grupos que por cierto sin el resto de componentes de la banda sus cantantes nunca hubiesen llegado tan lejos como lo han hecho.