El secretario general de los socialistas de Castilla y León, Luis Tudanca, ha caído en desgracia. El PSOE nacional se lo quiere cargar porque ha osado no compartir algunos de los habituales cambios de opinión del líder supremo y su 'Gobierno de necesito unos votos para seguir en Moncloa' (léase, por ejemplo, reducción de penas a terrorista de ETA, cupo catalán, amnistía a Puigdemont, etc.). Desde la dirección de Ferraz siempre ha existido la tentación de mangonear las cosas del partido en Castilla y León. A los hechos me remito. Todavía recuerdo cuando tuvo que dimitir Demetrio Madrid como presidente autonómico por una imputación de la que, finalmente, quedó libre de cargos.

Precisamente, Luis Tudanca, junto a Demetrio Madrid, han sido los únicos candidatos socialistas a la Junta de Castilla y León que han ganado en número de votos en unos comicios regionales. Pero Tudanca no consiguió gobernar, tal y como le sucede a tantos otros en elecciones municipales, autonómicas o generales. Al contrario que su jefe, Pedro Sánchez, que, aún perdiendo las elecciones, se hizo con el poder por aquello de los 'pactos del dame lo que te pido a cambio de los votos que te mantienen’.
El PSOE nacional ha desautorizado al PSOE de aquí por las fechas de las primarias y del congreso regional del partido. Tudanca obtuvo el apoyo de una amplia mayoría del Comité Autonómico, pero los contados que perdieron la votación, es decir los de la cuerda del 'amado presidente, sí señor', recurrieron al Comité de Ética y Garantías, que como estaba cantado falló contra la resolución adoptada por los socialistas castellanos y leoneses.

Evidentemente, Sánchez no figura en ninguna de las reprimendas a Tudanca, para eso está su gregario Santos Cerdán, que ejerce de poli malo en este intento de quitar del medio al todavía líder de los socialistas de Castilla y León. Todo muy democrático, dicen unos. Apesta a interpretación de los estatutos amañada, responden los otros. El incendio en el PSOE autonómico es de tal calibre, que incluso relevantes nombres del partido se han posicionado públicamente en uno u otro bando. Con Tudanca están, entre otros, los alcaldes de León, José Antonio Díez, o de Palencia, Miriam Andrés, o la directora general de Protección Civil, Virginia Barcones. Entre los seguidores de las tesis de Ferraz figuran, como no podía ser de otra manera, los ministros Óscar Puente, Ana Redondo y Óscar López.

La batalla también se está librando en las federaciones socialistas provinciales. En Valladolid mandan las tesis de Ferraz (lo que diga Puente), como en Ávila. En León la pugna entre el secretario general y diputado, Javier Cendón, con la agrupación socialista de la capital se ha intensificado bruscamente. En la Diputación leonesa también parecen ir con lo que mande Madrid. En otras provincias se están posicionando (o les están posicionando). En los ambientes periodísticos de la política nacional es público y notorio que a Ferraz le gustaría sustituir a los líderes autonómicos de Madrid, Aragón y Castilla y León, que no gobiernan y suelen sacar de quicio al jefe con sus declaraciones sobre las concesiones a nacionalistas e independentistas. Con Castilla-La Mancha no hay... porque allí sí gobierna, y con mayoría absoluta, Emiliano García-Page.

Aunque se ha llamado al orden a todos los implicados en la contienda a no hablar en público y lavar los trapos sucios en casa, Tudanca ya se ha despachado a gusto en algunos programas nacionales de televisión y radio También están hablando otros líderes contrarios a las tesis de Ferraz, algo que ha molestado más aún al líder supremo. Ya se sabe que las desavenencias internas en los partidos se pagan en las urnas. Tudanca no ha confirmado aún si se va a presentar a las primarias para intentar seguir siendo el secretario general de los socialistas de Castilla y León. Sabe que tiene al aparato nacional de su partido en contra y que le van a poner todos los palos habidos y por haber en las ruedas... Sánchez lo intenta amortizar porque quiere imponer a alguien de su total confianza. Estaremos atentos al desarrollo de los acontecimientos, serán un perfecto reflejo sobre la realidad del PSOE en Castilla y León (y en España).