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Por Pedro Santa Brígida

Va por la radio centenaria


Me enganché a la radio siendo un chaval porque se escuchaba en mi casa, sobre todo por la tardes. Sin ser consciente de ello, ahí estaban Bobby Deglané, Matías Prats (el original), José Luis Pécker o Elena Francis. Recuerdo a mis padres hablando de las radionovelas Ama Rosa y Simplemente María, lo que se conocía como el serial, y también me acuerdo de la importancia que se le daba a la hora del Parte (noticias), mientras olía a guiso de madre. 

Las emisiones de radio comenzaron oficialmente en España en noviembre de 1924. Acaba de cumplir cien años el medio que cambio el mundo, que democratizó la comunicación, hasta entonces privilegio de quienes sabían leer y tenían acceso a un periódico, que por cierto no era la mayoría de la gente corriente. La primera emisora española con licencia oficial fue la EAJ-1 de Radio Barcelona en noviembre de 1924, aunque meses antes ya emitían en Madrid Radio España y Radio Ibérica. La Segunda República y la Guerra Civil hicieron que el nuevo invento se convirtiera en imprescindible allá donde alcanzaban las ondas.

Han pasado cien años y la radio sigue ahí. No se la comió la televisión como vaticinaron unos cuantos agoreros. Ha tenido que evolucionar, adaptarse a los cambios sociales, a la potente atracción de lo audiovisual, a la globalización de internet y las redes sociales. Hitos como la emisión de La Guerra de los Mundos (radioteatro) de Orson Welles en 1938 en EE.UU. popularizaron la radio hasta el extremo y la convirtieron en un entretenimiento de primera necesidad a nivel mundial. En España fueron el fútbol, la copla y los toros los que llevaron a la cima de las audiencias al primer medio de comunicación de masas, que como en el resto del planeta cambió la manera de pasar el rato en los hogares (y en los cafés y bares).

La radio del siglo XXI no ha perdido su esencia, hace compañía, entretiene, informa, es sencilla en múltiples sentidos y al mismo tiempo ágil en la respuesta de un público que puede participar al momento en su realización y, además, se puede escuchar mientras se desarrollan otras tareas, incluso en el trabajo. La variada oferta del dial y lo accesible y fácil que es su sintonización en multitud de dispositivos hacen de la radio un artilugio de uso cotidiano.

En España escuchan la radio a diario 27 millones de personas. Veteranos locutores como Luis del Olmo, José María García, los desaparecidos Encarna Sánchez, Antonio Herreros y Pepe Domingo Castaño o Iñaki Gabilondo, Carlos Herrera, Jiménez Losantos, los ‘musicales’ Ángel Álvarez (Vuelo 605), Joaquín Luqui o El Pirata y otros muchos han ganado y fidelizado durante las últimas seis décadas a varias generaciones de españoles. Y qué decir de la labor que lleva a cabo Los 40 Principales desde la década de los sesenta, radiofórmula original ahora extendida con todo tipo de formatos a multitud de emisoras. Carlos Alsina, Angels Barceló, Ángel Expósito, Julia Otero, Manolo Lama, Paco González, Edu García, Daniel Garrido, Juanma Castaño, Xavi Rodríguez, Javier Penedo, Pepa Fernández y compañía consiguen a diario que las voces de la radio se conviertan en particulares amigos.

Han pasado un montón de tiempo desde que mis padres me regalaron con 16 años mi primera radio de mano, un viejo aparato de la posguerra que subsistía  por casa sin a penas uso. Todavía la conservo, aunque no funciona. Y por cosas del destino, o no, me hice periodista y mi primer trabajo fue en Radiocadena Española. Allí y en Radio Nacional he disfrutado de algunos de los mejores momentos de mi vida laboral.

Me sumo a la celebración del primer centenario de la radio en España. ¡Que sean muchos siglos más! Mi respeto y admiración por quienes hacen posible la magia en las ondas cada día.