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Feijóo no es Sánchez

El artículo de opinión de cada viernes por Diego Jalón

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Feijóo no es Sánchez
Diego Jalón Barroso
Diego Jalón Barroso
Lectura estimada: 5 min.
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Estamos en la que va a ser la campaña electoral más larga de la democracia en España, de aquí a final de año, con meta volante el 28 de mayo. La cosa está así. Hay dos candidatos a la presidencia del Gobierno que, durante estos doce meses que se nos van a hacer muy largos, tratarán de convencernos de que elijamos la papeleta con su nombre. Por un lado, Sánchez, cuyo principal argumento es la insolvencia de su oponente y por otro Feijóo. Sánchez nos contará, por si no lo tenemos claro, lo bien que lo ha hecho su Gobierno y lo mucho que piensa en la gente, en esa clase media y trabajadora por la que se desvive. Pero, sobre todo, se dedicará a insultar a Feijóo, como viene haciendo en los últimos meses.

Sánchez tiene un gran problema, de imposible solución, a la hora de convencer a los españoles de que le voten otra vez: Sánchez es Sánchez. Y ese problema es al mismo tiempo la mayor ventaja de Feijóo. El líder del PP es un candidato a la presidencia del Gobierno con una virtud que le viene de serie. Es una virtud apabullante, no la tiene que prometer porque nadie puede dudar de que ya la cumple y, además, podemos estar seguros de que la seguirá cumpliendo si algún día llega a ser presidente. Es, además, la gran virtud que necesita España y que se puede definir en tres sencillas palabras: no es Sánchez.

Mientras que Sánchez, sus ministros y esos otros ministros de Podemos a los que ha subarrendado habitaciones en el piso patera en el que se ha convertido el Gobierno se mueven como pez en el agua en la confrontación, la riña y la cruz de navajas, Feijóo huye del conflicto y pierde tracción en el barro. No es su terreno. Tampoco es el que mejor se defiende en la guerra sucia del relato, el marketing político y la manipulación. Pero es un tipo fiable y predecible. Y, además, después de estos años, y aunque pueda parecer un oxímoron, Sánchez se ha vuelto también muy predecible. Todos sabemos cómo funciona, lo que quiere y cómo le gusta hacer las cosas al presidente. Supimos la semana pasada cómo juega a la petanca y esta semana hemos sabido cómo juega al ajedrez, en una extraña e inverosímil partida con la Iraní Sara Khadem, en la que al terminar, todas las piezas blancas estaban en un lado del tablero y las negras en el otro. Muy en plan apartheid sudafricano.

Frente a la manía de Sánchez de dividir, separar y estigmatizar al oponente, Feijóo ha ofrecido esta semana un proyecto político con vocación regeneradora, transversal, de unidad y de búsqueda de consensos para amplias mayorías. En un acto en Cádiz, en el mismo escenario en el que en 1812 se proclamó la primera Constitución española, ha presentado un "plan de calidad institucional para la necesaria regeneración democrática", en el que se recogen medidas con las que la mayoría de los españoles deberíamos estar de acuerdo. De hecho, casi todas las iba prometiendo Sánchez por España cuando estaba en la oposición, antes de aquel abrazo de boxeadores sonados que se dio con Pablo Iglesias y que nos ha traído hasta aquí.

Por primera vez en varios años, el PP ha conseguido construir un proyecto que reúne los requisitos fundamentales para tener éxito en una campaña electoral: un buen candidato y un buen plan para mejorar el país. Además, el panorama electoral se va despejando en su lado del cuadro, con Ciudadanos en caída libre hacia el abismo y VOX con un plumero demasiado visto como para soñar en volar alto. Frente al galimatías, a la incompetencia legislativa con esas leyes que según la portavoz del Gobierno "producen efectos indeseados", al desprecio a los contrapesos democráticos, al sectarismo y al sometimiento a los independentistas, el PP presenta una alternativa solvente. Tan solvente que no hay más que ver cómo se afanan los correveidiles de Sánchez en acusarle de lo contrario.

Lo que más ha destacado la prensa del plan de calidad institucional de Feijóo es la propuesta de que gobierne el partido más votado. No me convence mucho. Por razones seguramente muy distintas a las expresadas por Bolaños o por Óscar Puente que, por cierto, la defendía con vehemencia en 2019 cuando su amigo Sánchez no conseguía formar Gobierno. Dejando a un lado las cosas del alcalde de Valladolid, que también sabemos ya todos como es, lo del partido más votado no me parece buena idea. Primero porque una cosa es ser elegido y otra gobernar, para lo que se requieren mayorías estables.

Pero, sobre todo, porque lo que creo que necesita España es una reforma de la ley electoral para que el voto de todos los españoles valga lo mismo independientemente de dónde residan. Y eso pasa por un nuevo reparto de las circunscripciones, en función del número de habitantes y no de supuestos derechos históricos de determinados territorios, o una única circunscripción. No puede ser que unos partidos necesiten más de 100.000 papeletas para conseguir un diputado y a otros les baste con menos de 20.000 para luego dedicarse a jodernos a todos.

Feijóo propone también garantizar la unidad territorial del Estado y la defensa de nuestro sistema constitucional democrático y de libertades. Basta ya de decir que el PP no cumple la Constitución porque no se renueva el CGPJ. La Constitución obliga a que se pongan de acuerdo los partidos mayoritarios, no a que uno se someta a lo que el otro exige. Y si no hay acuerdo, hay prórroga en los cargos, pero no incumplimiento de la Constitución. Si la Constitución no se cumple, menos declaraciones en ruedas de prensa y más acudir los tribunales, que para eso están. No hay noticias de que Sánchez o Bolaños lo hayan intentado. Tampoco con sus socios indepes, que esos sí que se la pasan por el forro.

Propone también Feijóo recuperar el delito de sedición y el de referéndum ilegal, agravar las penas para la malversación, fortalecer el papel de las Cortes Generales, limitar las tramitaciones de ley por procedimiento de urgencia, los decretazos, la introducción de enmiendas extemporáneas y hacer obligatorios los informes técnicos, incluso en las proposiciones de ley. Quiere también modificar el sistema de elección de los jueces y recuperar el prestigio de las instituciones, regulando el acceso a cargos como el de fiscal general del Estado, o a las direcciones del CNI, el CIS, el INE o de esa RTVE que ya casi nadie ve.

Son sesenta propuestas que, según Podemos, demuestran que Feijóo es un "analfabeto político y constitucional", así que sin duda van en la dirección correcta. El otro día comparaba Sánchez la manifestación de Madrid con la del independentismo en Barcelona. "Entre unos y otros..." decía estar el presidente. Pero él está con unos contra los otros. Y ya sabemos con quién está: con Podemos, con ERC y con Bildu. Puede que, una vez en el poder, Feijóo no cumpla con todos sus compromisos y que no Gobierne tal y como nos dice ahora que lo hará. Pero si de algo podemos estar seguros es de que no gobernará como Sánchez.

1 comentario

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jose garcia 1/27/2023 - 9:19:41 AM
Mucho peor: Feijóo es Feijoy. No podemos esperar nada diferente de Rajoy. Y lo poco que haga, será porque VoX le obligue. Odian a sus votantes. Les damos asquito. Nos piden el voto para luego hacer las politicas del PSOE.
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