Después del frustrado ascenso logrado en 2016, que los despachos dejaron sin efecto, y de las semifinales disputadas en 2017, 2018 y 2022, el Zunder Palencia afronta mañana su opción más clara de alcanzar la máxima categoría del baloncesto español, la ACB.

Poco hay que decir de lo que supondría la hazaña... nada menos que jugar en una de las mejores ligas de Europa -la NBA siempre va aparte- en la que juegan equipos que copan las diferentes competiciones europeas.

Para Real Madrid o Barça no será nuevo jugar en el Municipal, pero sí para la entregada afición palentina ver que el rival de los grandes es el equipo de su ciudad, ese al que llevan en volandas en su pabellón y cuando la Federación Española y sus criterios le obligan a desplazarse.

Y todo esto para contar que, por si había alguna duda, el Zunder Palencia ha dado un martillazo sobre el Coliseum de Burgos con un tercer cuarto difícil de describir: ritmo, acierto, defensa... y sobre todo, confianza.

El conjunto palentino volvía del descanso tras un segundo cuarto muy irregular en el que la aportación de Chumi Ortega, omnipresente, ha evitado males mayores. Han sido siete minutos de despropósitos, a excepción de las acciones del capitán, que han podido poner en riesgo el buen trabajo defensivo puesto en práctica hasta el momento.

No en vano, el Real Valladolid se había quedado en apenas 8 puntos en el primer cuarto y sólo el desbarajuste palentino en esos minutos le han dado alguna opción. Hasta que el espejismo se ha borrado completamente tras el descanso.

Las acciones, una a una, caían del lado palentino, tanto en ataque como en defensa. El parcial de 21-4 en apenas 6 minutos es el dato objetivo que mejor refleja lo que sucedía en el campo para desesperación de los jugadores, el entrenador, el banquillo y la afición pucelanos.

Un buen control de la situación, manteniendo principalmente la intensidad defensiva, ha permitido al Zunder Palencia confirmar que su disposición táctica marca diferencias en la categoría.