La ciudad de Valladolid, más conocida por su historia y arquitectura que por los deportes de contacto, ha experimentado una metamorfosis en las últimas décadas, donde el deporte del rugby ha florecido de manera sorprendente. Aunque el pasado rugbístico no tiene raíces históricas profundas en esta tierra castellana, la pasión por este deporte ha crecido y arraigado en la ciudad, forjando un vínculo único entre dos clubes emblemáticos: el Club de Rugby El Salvador y el Valladolid Rugby Asociación Club (VRAC).

La semilla del rugby en Valladolid fue plantada en las aulas de los colegios, un lugar donde los líderes de todo tipo comparten un pasado común. Hace casi seis décadas, Georges 'Jorge' Bernés, un sacerdote francés que enseñaba gimnasia en el Colegio El Salvador, introdujo este deporte en la ciudad. Convenció a la familia Enciso, dueños del colegio, para adquirir un balón de rugby, importando así una tradición deportiva que domina los fines de semana en Francia. Mientras tanto, en el Colegio Nuestra Señora de Lourdes, los 'Hermanos de La Salle' trajeron el rugby a la juventud de Valladolid en los años 70, sentando las bases para la futura formación del VRAC en 1986.

La rivalidad entre El Salvador y el VRAC no solo no divide la ciudad, sino que la une en un espíritu de competencia sana y respeto mutuo, impulsando el deporte en el país. El Estadio José Zorrilla ha sido testigo de este crecimiento del rugby, convirtiéndose en 2016 en el campo que albergaría la final de la Copa de SM el Rey, donde El Salvador se enfrentó al VRAC en una batalla memorable, demostrando la fuerza y pasión que el rugby ha insuflado en la ciudad. Mientras tanto, el 'Pepe Rojo', un estadio con historia y encanto, es el escenario donde los aficionados rugbísticos pucelanos se congregan cada fin de semana para celebrar la pasión compartida por este deporte.

El rugby ha logrado penetrar en el 'tejido' mismo de Valladolid, transformando la ciudad y su paisaje deportivo. Aunque los cimientos históricos son escasos, la pasión y el esfuerzo de aquellos que abrazaron este deporte lo han convertido en un elemento esencial de la cultura local. Valladolid, dividida en dos clubes de rugby pero unida en su amor por el juego, ha demostrado que el rugby no conoce límites cuando se trata de inspirar y unir a una comunidad.