El Pucela se pierde en Vallecas

El Real Valladolid volvió a perder (1-0) esta vez fuera de casa ante el Rayo Vallecano. Los de Diego Cocca, envueltos en un bucle lleno de despropósitos, dieron vergüenza en la mayoría del choque, a pesar de haber iniciado el mismo con una relativa intensidad que daba un escaso atisbo de esperanza. Por su parte, los locales, en cuanto despertaron, pusieron la directa, manejaron el partido a su antojo y solo sus errores en ataque dejaron un resultado final, que fue tanto ajustado como irreal. 

DESCONEXIÓN EN EL MEJOR MOMENTO

El Real Valladolid empezó con la intensidad que requiere este tipo de encuentros. Con frío, con lluvia y en Vallecas. Se juntaban tres condiciones para salir al campo con ganas... como debe ser. De hecho, en los primeros compases, eran los blanquivioletas, vestidos de rojo carmín, los que se adueñaban por momentos del balón. Vallecas se empezaba a impacientarse, y eso era una buena señal para el Pucela de Diego Cocca.

Un buen ejemplo que demuestra esta relativa superioridad de los visitantes fue una intentona lejana de Javi Sánchez, en una acción a balón parado, que desbarató Batalla con dificultades. Sin embargo, a partir de ahí, el Pucela se fue diluyendo como si de un azucarillo se tratara. Los de Íñigo Pérez se crecieron, ante la pasividad visitante, y empezaron a encerrar a los de Cocca, que no pararon de sufrir.

Es más, tuvo que ser el propio Sánchez en sacar, de manera providencial, un gran pase filtrado de Pedro Díaz, que sustituyó al lesionado Unai López, a Sergi Guardiola, que no acabó de creer del todo en la acción. El propio ariete estuvo cerca de abrir la lata, tres minutos después, pero de cabeza y sin oposición la mandó arriba. Ya prácticamente en el añadido, Isi, el mejor de su equipo, no pudo batir a Hein porque Anuar le quitó el balón de sus pies cuando este ya tenía preparado el 'gatillo'. El empate era la mejor noticia para los visitantes, que ni lo estaban mereciendo.

MERECIDO GOL LOCAL

La reanudación parecía sentar mejor al Pucela, al menos, porque ya se había dado cuenta que sin atacar era imposible. Eso es lo que imagina el que escribe esta crónica que se dijo en el descanso, pero ni con esas. El Rayo solo tuvo que mantener el guion y las fuerzas para seguir generando peligro. Es más, el partido no superaba ni el minuto 51 cuando solo un milagro sostenía al Pucela en el partido. Una internada de Ratiu daba la oportunidad de Álvaro de adelantar a los suyos, pero su remate a bocajarro lo sacaba, prácticamente en la línea, un aceptable Candela que, a pesar de su fallo en el gol local, dio mejores sensaciones que otras caras nuevas. Las comparaciones a veces... son odiosas.

Entre tanto, el Rayo seguía apretando. Era el equipo que más estaba proponiendo, que más se lo estaba mereciendo y que más fútbol propuso, algo que no era muy difícil cuando tenía enfrente a un rival débil, perdido, sin rumbo, a la deriva y... amedrentado. De hecho, ya se mascaba el gol en Vallecas cuando Hein sacó una buena mano a un disparo de Pedro Díaz y desbarató la acción posterior de De Frutos, que no pudo batir al estonio. Ni con los ataques constantes del Rayo, Cocca agitó la coctelera. Dejó pasar el tiempo, como en La Cerámica, a pesar de dar entrada a Grillitsch que, en poco tiempo, demostró la calidad que tiene.

Sin embargo, ya con el austriaco en el campo, el esfuerzo del Rayo fue recompensado. Un fallo en cadena en la defensa blanquivioleta, pasando por los debutantes Aznou, Aidoo y Candela, se saldó con un control, dentro del área, de Álvaro que no desaprovechó el error grosero defensivo, ya que nadie acertó ni en la marca ni en el despeje, para adelantar a los de la franja (1-0). Se desataba la locura en Vallecas, donde los aficionados ya se estaban poniendo nerviosos por no acertar ante tanta ocasión desperdiciada. Cocca, con más obligación que convicción, sacó a Machis y a Latasa en busca del empate en el tramo final. El Rayo siguió fallando ocasiones clarísimas, como la de Echevarría de cabeza, pero no se asemeja a la del Pucela dos minutos después.

Un pase maravilloso de Grillitsch acabó en los pies de Anuar, que se plantó ante Batalla. El balón salió repelido, le cayó a Latasa que, sin oposición, con el portero en el suelo y vendido, mandó el balón fuera. No se lo creía el banquillo del Pucela, un tanto desesperado, porque, ya que en ataque el equipo estaba siendo la nada absoluta, encima habían desaprovechado la acción más clara del partido, incluyendo todas las del Rayo. En el añadido, los locales controlaron la ventaja, dejaron pasar el tiempo, al igual que su rival desde que ascendió a la máxima categoría del fútbol español. Ha dejado pasar el tiempo en la planificación deportiva, en la gestión institucional y en la manera de disputar los últimos partidos que le quedan en primera, que son muchos para que después suceda algo que ya está cantado.