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Con ocho basta

Tras la destitución de Cocca, Álvaro Rubio es la última baza para un equipo totalmente perdido

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Con ocho basta
Cocca, antes de comenzar un partido. Andreu Esteban / Agencia EFE.
Inés Morencia / EFE
Lectura estimada: 3 min.
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Ocho partidos han sido suficientes para comprobar que Diego Cocca no era el técnico que necesitaba el Real Valladolid para tratar de salir de su crisis deportiva y casi existencial, porque el clima de desesperación es tal en el club que han optado por "echar mano" de alguien de la casa, un Álvaro Rubio que va a tener que hacer el papel de su vida sin guion ni apuntador.

Al igual que la famosa serie americana, Rubio va a tener que ejercer de padre de una familia numerosa a la que tiene que llevar por el buen camino, aportando sus propias herramientas, su conocimiento del club y su saber estar en un terreno de juego a la hora de defender un escudo.

Y no va a ser fácil reconducir a unos hijos descarriados, que se han ido perdiendo entre tanto alineamiento, ambiciosos legados, falsas promesas y escasa motivación y que, además, no han sabido demostrar estar a la altura de Primera división, ni física ni tácticamente.

Lo que tenía que haber sido un año de ilusión, tras el regreso a Primera, se está convirtiendo en una auténtica pesadilla, más propia de 'The Strain', siguiendo con las comparaciones televisivas, porque se está teniendo que pelear con un virus que está contagiando a todos y que va a terminar siendo letal para el Real Valladolid.

Un virus que empezó a inocular Paulo Pezzolano, aunque en un principio parecía controlado, al lograr ese ascenso, pero que se desarrolló al volver a la máxima competición, con una plantilla mal construida desde los cimientos, que tenía que dar cabida, obligatoriamente, a varios jugadores, renovados de manera automática tras subir.

Jugadores que, en muchos casos, no tenían el nivel que exige la Primera División, y a los que se sumaron otros que tampoco estuvieron a la altura, por unas cuestiones o por otras, más los que sí se adaptaron pero salieron en el mercado invernal.

La realidad supera a cualquier ficción. En este caso, no hay visos de arreglo, se mire por donde se mire, porque si una casa se empieza por el tejado, en vez de colocar vigas y pilares robustos desde los que levantarla, difícilmente se va a poder vivir en ella.

Se debería haber contratado a "arquitectos" para levantar esa vivienda, pero se han conformado con "manitas" autodidactas que no han sabido poner dos ladrillos seguidos bien y, claro, se ha ido derrumbando poco a poco, con cada pequeño golpe, con cada derrota y cada polémica.

Los que esperaban que el mercado invernal fuera una panacea, un nicho de trabajadores perfectamente cualificados, se equivocaron, y mucho. Porque sin dinero y, lo que es peor, con un rumbo directo a Segunda, no iban a llegar líderes, ni estrellas emergentes con ganas de triunfar.

Toda la paciencia que se tuvo con Pezzolano, al que se mantuvo a capa y espada hasta que ya no quedó otra opción que buscar nuevas salidas, no se ha tenido con Diego Cocca, al que quizá su salida le haya parecido más un alivio que una muesca en su carrera.

Vino con ganas, o eso dijo, pero las ganas se suelen ir cuando lo que se promete no se cumple, cuando se predica en el desierto sin nadie que te escuche, cuando te cambian las fichas cuando estabas empezando a conocer las reglas del juego o cuando la inexperiencia se convierte en un lastre añadido a todo lo acumulado.

Llega otro técnico novato en Primera, el que había en la casa y que no puede negarse a aceptar el reto; que es querido y respetado por esa afición ahora desanimada; y que ya tomó las riendas del equipo cuando el destituido fue el preparador uruguayo.

Veremos qué as se puede sacar de la manga, si todas las cartas ya parecen repartidas y no hay opciones de conseguir una buena mano. Hace falta un mago para convertir en oro lo que es un simple metal y devolver la esperanza a unos seguidores que han seguido llenando el estadio José Zorrilla, a pesar de todo.

Es la última baza para un equipo totalmente perdido, según ha reconocido su propio capitán, Anuar, tras el desastroso partido ante el Sevilla, que no solo ha traído consigo la destitución de Cocca, sino también la pérdida de confianza de los pocos que aún la tenían, tras ver la actitud derrotista de los jugadores en el césped. 

1 comentario

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usuario anonimo 2/18/2025 - 9:11:36 AM
Mucha parte de la culpa la tiene también la desidia del presidente y algunos jugadores. Por algo se han ido los pocos buenos que teníamos.
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